domingo, 24 de mayo de 2009

LA FIN

(Para Vivir Rodando y Yo no soy Paul Avery, que también es muy fan de N.V.)

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LA FIN
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El señor R. despertó aquel 24 de mayo con la certeza de que sólo deseaba desaparecer. Encendió con su mechero las improvisadas velas de un solitario pastel y en un vendaval de lucidez pensó que su casa podría arder rápido, muy rápido, con la velocidad de un incendio forestal. Había llegado a la ciudad hacía poco tiempo pero se le antojó que durante ese breve intervalo había envejecido al menos diez años.

El señor R. quitó aquella misma mañana su nombre de su destartalado buzón, llamó a su editor para que retirara de las tiendas todos sus libros y borró de Internet todos sus blogs, telefoneó a los administradores de Google para que eliminaran su apellido del buscador y se sentó en el sofá a esperar el ocaso de su existencia.

Allí sentado, durante más de diez de horas, pensó en los sueños que le habían escapado del bolsillo, en las amistades que había perdido en los transbordos de tren y en los amores heridos que se agazapaban bajo su edredón. Sonrió al pensar que todavía tenía algunas botellas de vodka, de güisqui y de ginebra.

El señor R. bebió, bebió hasta no sentir nada, y así fue como poco a poco vio como se iba vaciando su mueble bar.

A la hora de la cena su celular sonó con insistencia. La voz de ella retumbaba en sus sienes como una campanada de inseguridad.

- Felicidades, señor R. ¿Cómo le va?
- No quieras saber de mi vida – respondió él entre hipos y etílicos balbuceos -, no me hagas hablar.

Y colgó.

Apagó el maldito aparato y lo arrojó por la ventana. Observó sus propias manos y descubrió que habían comenzado a volverse traslúcidas.

- Ya sólo soy un fantasma – murmuró el señor R. apurando el contenido de la última botella de ron -; pronto me apagaré.

Poco antes de la medianoche el señor R. se sintió desvanecer. En el sofá quedó una imperceptible mancha con la forma de sus posaderas. En la radio sonaba una canción de Nacho Vegas. Sólo sus libros amontonados por todos los rincones de su apartamento atestiguaban que había estado vivo alguna vez.
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Nacho Vegas. La fin.
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