miércoles, 24 de junio de 2009

OJALÁ ESTUVIERAS AQUÍ

No pienses que te he olvidado, aunque lo cierto es que tu recuerdo me visita cada vez con menos frecuencia. En ocasiones despierto sintiendo tu respiración muy pegada a mi nuca, como en aquellas noches en las que te quedabas en mi casa a dormir. Éramos sólo dos almas perdidas; yo luchaba por encontrar mi camino y tú hacía ya tiempo que habías perdido el control. Nos reíamos juntos viendo las viejas películas de Billy Wilder y llorábamos escuchando las sinfonías de Mahler y los trabajos para piano de Debussi; bebíamos ron como si nos fuese la vida en ello y conversábamos sobre el universo y sobre el sinsentido aparente que gobierna todo, sobre mujeres, sobre el fracaso del movimiento hippie o sobre el expresionismo alemán. Nos observábamos mutuamente con una extraña mezcla de amor y lástima y nos abrazábamos hasta que comenzaba a amanecer.
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No sé distinguir el cielo del infierno, decías mientras te preparabas la inyección. Después la heroína corría por tus venas y yo me quedaba a tu lado llorando como un bebé. Juraría que sonreías y que en esa duermevela te sentías libre de verdad.
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Algunas tardes abro mis viejos álbumes de fotografías y en casi todas las instantáneas apareces tú. Acaricio tu rostro con la punta de mis dedos hasta que el dolor se vuelve demasiado intenso y entonces salgo a la terraza para tomar una bocanada de aire con la que sobrevivir el resto del día. Desde mi azotea los campos verdes asemejan raíles de acero y los árboles toman la apariencia de cenizas ardientes, aunque tú ya no los puedas ver.
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Claudia ya nunca habla de ti. A veces la telefoneo para que me acompañe a visitar tu tumba, pero ella siempre tiene algo mejor que hacer. Estuviste a punto de arrastrarla a tu delirio y creo que eso no te lo perdonará jamás. A mí tampoco viene a verme, ni siquiera para echar un polvo esporádico y salvaje como los de antes, pero incluso eso me resulta indiferente. Ahora tiene un nuevo novio que da clases en la universidad. Es un tipo majo que siempre tiene respuestas para todo y que presta más atención a la forma de contar las cosas que al contenido de lo que desea decir. No te caería bien; representa todo lo que tú más odiabas. Claudia dice que folla como los ángeles y que tiene una gran vida interior. Yo suelto entonces una risotada de burla y ella se marcha con un fuerte portazo como los que solía dar cuando discutíais por cualquier asunto trivial. A Claudia también le está sentando fatal esto de envejecer.
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¿Sabes? Tenías razón cuando me asegurabas que acabaría cambiando mis héroes por fantasmas, que las sonrisas se transformarían en velos con los que ocultar mis secretos y que dejaría a un lado mi ambición de cambiar el mundo por unas cuantas dosis de comodidad. Ahora ya no creo en ninguna filosofía ni en sus falsos profetas, miento como un bellaco y sólo profeso la religión del confort. Cuando los accesos de culpabilidad por lo hipócrita de mi comportamiento se vuelven demasiado insufribles, leo una buena novela, abro la mejor botella de tinto de mi bodega o alquilo una película en deuvedé. Estoy seguro de que no te sentirías nada orgulloso de mí, aunque tú tampoco eras precisamente un buen modelo a seguir, ni siquiera fuiste ejemplo de nada. Tu lucidez era sólo ficticia y tus buenas intenciones naufragaban en cada nueva jeringuilla que llenabas con aquel líquido que te otorgaba tu falsa paz.
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Han pasado muchos años, pero mis miedos siguen siendo los mismos de siempre. Me angustia la posibilidad de perder la cordura y me aterra morir en soledad. No he encontrado esperanza en nada de lo que verdaderamente me apasionaba y hace tiempo que no me busco una compañera con la que combatir el segundo temor del que te hablé hace apenas tres líneas. Nado en una pecera dibujando círculos que pronto se borran y corro siempre sobre el mismo viejo camino sin atreverme a escrutar el horizonte. Ya no escucho a Pink Floyd porque me recuerda demasiado a las versiones que interpretabas con tu guitarra española y quemé en una hoguera las poesías que escribíamos a medias cuando nos aburríamos y no sabíamos qué hacer. No sé si soy sólo un cobarde o si la edad ha causado estragos en mi manera de entender el mundo. Dudo de las cosas reales y me refugio en la jaula de ficciones que construí con tu ayuda cuando la palabra amistad todavía tenía sentido dentro de mi cabeza. Te echo mucho de menos y te juro que rezaría por ti si sintiera fe verdadera por algún dios.
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Ojalá estuvieras aquí.
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Pink Floyd. Wish you were here.
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